sábado, 16 de marzo de 2019

Una experiencia sobrenatural

Espectros en el campo

Mis abuelos eran todos de la zona de Acosta pero más para allá de San Ignacio, 12 o 15 kilómetros más o menos. Hasta donde recuerdo, durante la década de los ochentas, todos los años los visitábamos cada mes de enero; mi mamá, un hermano menor y yo. El camino era de lastre, sinuoso, con cuestas y bajadas y peñas al borde en algunos tramos. Y el bus: destartalado. En al menos uno de los nada confiables puentes de madera nos teníamos que bajar, cruzarlo a pie y esperar a que el bus cruzara para volver a subirnos. Así llegábamos a Cangrejal y después de vadear una quebrada llegábamos a la chacra de mis abuelos maternos. Nada más bajarnos y estábamos frente a la tranquera que no es otra cosa que un portón, en este caso, hecha de cañas de bambú. Pues esta chacra consistía en la casa de mis abuelos, la de unos tíos, un trapiche, un pequeño potrero y sembradíos de café, caña, maíz y frijol. Un detalle importante es que allí, en esos años, no había electricidad, y la casas más próximas al lugar estaban, en la dirección de donde veníamos (este) , una como a 600 metros y en la otra dirección (oeste) no había ninguna sino después de varios kilómetros. El asunto es que una tarde como a las dos, todos decidieron ir a visitar a unos familiares a La Palma, a pie. Y como yo ya había hecho ese viaje en otra ocasión, me negué a ir. No quería caminar bajo el sol por esos caminos polvorientos. Entonces me quedé solo en la casa... en la chacra. La verdad no recuerdo qué hice en todo el tiempo que estuve ahí solo, pero ya cerca de las seis de la tarde, con la penumbra amenazando, sin electricidad y las chicharras con ese deprimente sonido; ya no veía la casa como un lugar seguro, era aquel un viejo caserón de madera donde se acentuaba la oscuridad. habían canfineras, pero ni a putas yo entraría a buscarlas. Sentado en el corredor ya bastante angustiado, decidí salir al camino a ver si ya venía mi familia, que deberían de venir del oeste, la zona más solitaria. Llegué a la tranquera pero desde ahí no era mucho lo que podía ver porque este punto del camino es un recodo con una pendiente (ver foto) y, además, ya estaba bastante oscuro. Después de un rato escuché voces y risas y me pareció ver varias personas que venían bajando por en camino y me alegré tanto que pensé en darles un broma... me metí a lo que parecía ser un caño y escondido espere a que se acercaran para pegarles el susto... esperé y esperé. Salí de mi escondite miré para todos lados, agucé mi oído, no veía ni escuchaba nada ni nadie, estaba solo. No recuerdo qué pasó después, pero estoy seguro de que no me quedé ahí junto a la tranquera

viernes, 7 de agosto de 2015

Fé y escepticismo

Se puede ser tan escéptico como para llegar al punto de tener que afirmar que la inteligencia y la conciencia surgió de la materia que no tiene, en apariencia, ni conciencia ni inteligencia?